La plaza surge como el espacio de donación del conjunto Residencial Aldaba, emplazándose en los costados de la cañada de un ramal del Arroyo de las Cachinches. El dinamismo del arroyo se convierte en uno de los principales ejes del proyecto brindándole a la plaza dos caracteres distintos en época de sequía y en época de lluvia.

 

La plaza se genera mediante una topografía trabajada que responde a la geografía accidentada de la cañada, dejando paso libre al flujo del arroyo. A partir de esta topografía manipulada se generan tres miradores que enmarcan vistas editadas del entorno natural. Donde la topografía es más sutil, la plaza se escalona para generar un acceso a la cuenca y establecer un acercamiento franco al arroyo. Este escalonamiento propone una arquitectura lúdica y múltiples vivencias. La topografía actúa como foro, escalinatas y área infantil. El recorrido concluye en una explanada que sólo es visible en épocas de estiaje.

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La plaza sugiere retomar el frente al arroyo así como la interacción de los citadinos y visitantes con el agua. Tecnologías de captación, filtración y canalización del agua permiten que el agua de lluvia forme parte activa de la plaza.

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